“No llego sola, llegamos todas las mujeres del país”.
Claudia Sheinbaum Pardo, de 62 años, se convirtió en la primera mujer Presidenta de México, tras dos siglos de historia independiente del país.
“Por primera vez, llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación”, dijo Sheinbaum durante la ceremonia de investidura. “Y digo llegamos, porque no llego sola, llegamos todas”.
Miles de personas abarrotaron el Zócalo, la plaza principal de Ciudad de México este martes por la tarde para esperar a que Sheinbaum se dirigiera a sus partidarios.
Sheinbaum, otrora jefa de gobierno izquierdista de Ciudad de México, triunfó en las elecciones de junio con el mayor margen desde que México tuvo su transición a la democracia, y con un amplio mandato para cumplir su promesa de continuar las políticas sociales de su antecesor y mentor político, Andrés Manuel López Obrador.
Pero si bien Sheinbaum llega al cargo con un poder considerable en sus manos, también tendrá que enfrentarse a una variedad de fuerzas que pueden limitarla, en opinión de los analistas.
Hereda un complejo conjunto de retos: el mayor déficit presupuestario en décadas, una crisis de seguridad cada vez más profunda, el mayor flujo migratorio de la historia reciente y un movimiento político díscolo que ha rediseñado profundamente el poder judicial, entre otras instituciones.
Sheinbaum es conocida como una ejecutora capaz, pero no como un talento político trascendente como su predecesor.
López Obrador construyó todo un movimiento en gran medida en la fuerza de su carisma y reforzó su enorme influencia con una conferencia de prensa matutina que utilizaba prácticamente a diario para mantener a raya a sus aliados y arrinconar a sus adversarios.
Ahora, el partido que él fundó, Morena, tiene un control casi hegemónico sobre el sistema político del país, con una super mayoría efectiva en el Congreso y el control de la gran mayoría de las legislaturas estatales y gobernaciones.
Pero con su expansión, el partido se ha convertido en una amalgama de facciones dispares que no siempre comparten los mismos objetivos o visiones. Algunos analistas se preguntan si Sheinbaum será capaz de controlar a una coalición tan inquieta.
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“Ya no tiene el control del partido como sí la tenía López Obrador”, dijo Fernanda Caso, periodista y analista política, quien añadió que en el mejor de los casos, más que unir al partido, Sheinbaum lograría unificarlo. “Constantemente va a vivir con las luchas internas dentro de su partido, pugnas de poder”.
También hay dudas sobre el grado de influencia que López Obrador ejercerá sobre su protegida. El gabinete de ella está repleto de los aliados de él y el hijo del expresidente, conocido como Andy, quien fue nombrado recientemente para uno de los puestos más poderosos del partido.
Sheinbaum ha estado cerca del presidente saliente durante décadas y ha insistido en que tendrá las mismas prioridades y políticas que López Obrador, no porque sea su marioneta, sino porque realmente cree en él.
La mandataria tomó protesta en el Palacio Legislativo de San Lázaro y celebró su primer acto masivo ante cientos de miles de simpatizantes que llenaron este martes el Zócalo de Ciudad de México, la plaza más emblemática del país, para escuchar los 100 puntos que guiarán los destinos del próximo Gobierno y presenciar la entrega ceremonial de un bastón de mando, el símbolo de una nueva era. “Me comprometo a seguir haciendo historia”, afirmó Sheinbaum, que escribió la primera página de su Administración en tacones y vestido color marfil.
“Me comprometo con ustedes que entregaré mi conocimiento, mi alma, mi vida y lo mejor de mi misma para el bienestar del pueblo de México”, señaló Sheinbaum en un mensaje que marcó el inicio de un nuevo curso político.
La presidenta habló ampliamente del legado de su predecesor y mentor político, pero ofreció también los primeros esbozos de lo que será su estilo, sus prioridades y su sello como nueva mandataria. “Hoy inicia el segundo piso de la Cuarta Transformación, eso significa mantener nuestros principios y nuestras causas”, afirmó. Los 100 puntos de su plan de gobierno retoman las líneas que trazó López Obrador —como la austeridad, la lucha contra la corrupción o la ampliación de los programas sociales—, pero dan cuenta también de su propia impronta: del impulso a las mujeres, la apuesta por la educación y la ciencia, los retos en materia de medio ambiente y la lucha contra el machismo y el racismo. Más allá de la consigna de “continuidad con cambio”, Sheinbaum dotó por primera vez de contenido a su nuevo Gobierno.
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