Progreso al límite: Semana Santa satura al puerto

Sol, mar… y apagones: el caos vacacional en Progreso
Durante las vacaciones de Semana Santa, Yucatán vive uno de los periodos más dinámicos en términos turísticos y económicos. Con una derrama estimada en 1,490 millones de pesos, el estado se beneficia ampliamente del consumo turístico y la movilidad regional. Sin embargo, el puerto de Progreso, uno de los principales destinos de playa por su cercanía con Mérida, enfrenta nuevamente serios problemas estructurales que afectan tanto a los visitantes como a sus habitantes.
De acuerdo con José Enrique Molina Casares, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Mérida (CANACO SERVYTUR), el incremento en la derrama representa un aumento del 7% respecto al año anterior, impulsado por el turismo y el consumo de alimentos y servicios tradicionales de la temporada, a pesar del contexto económico adverso y los bajos salarios que prevalecen en muchas zonas del estado.
Los hoteles, restaurantes, agencias de viaje, centros recreativos y comercios de pescados y mariscos reportaron cifras históricas en ventas, en especial aquellos que ofrecen platillos como ceviches, papadzules y el tradicional brazo de Reina. Este movimiento económico beneficia no sólo al comercio establecido, sino también a pequeños y medianos negocios, marcando una de las temporadas más fuertes del año para el sector.

Progreso, rebasado
El puerto de Progreso, con una población de unos 66,000 habitantes según el INEGI, se ve desbordado durante la Semana Santa. Según el alcalde Erik José Rihani González, entre 10,000 y 15,000 personas arriban diariamente durante los fines de semana de vacaciones. Esto significa que el municipio casi duplica su población, llegando a albergar cerca de 130,000 personas en los días más intensos.
Esta sobrecarga poblacional rebasa la capacidad de los servicios públicos, evidencia fallas crónicas en la planeación urbana y agudiza problemáticas que llevan décadas sin solución. La saturación de calles, la falta de estacionamientos y los congestionamientos vehiculares son ya parte del paisaje habitual en estas fechas.
En especial, la calle paralela al malecón, una de las vías más transitadas por turistas y locales, se convierte en un embudo imposible de transitar. Esto ha generado quejas constantes de visitantes que ven afectada su experiencia y de residentes que deben enfrentarse al caos sin poder evitarlo.
El agua y la luz, al límite
Uno de los servicios más críticos es el agua potable. Aunque la responsabilidad recae en el municipio, el sistema de abastecimiento actual no da abasto. A pesar de las mejoras realizadas por la JAPAY en el cárcamo y pozo de Temozón el año pasado, la infraestructura sigue limitada a 150 litros por segundo, cuando se requieren al menos 200 litros por segundo para cubrir la demanda conjunta de locales y turistas. Como resultado, los cortes y la baja presión son constantes.
La situación con el suministro eléctrico tampoco es alentadora. El incremento en el consumo de energía provoca apagones frecuentes, afectando a negocios, hoteles y casas particulares. En días recientes, se registraron fallas eléctricas que afectaron a más de 15,000 visitantes, justo cuando las temperaturas alcanzaron los 40 grados Celsius, lo cual derivó en molestias generalizadas y afectaciones económicas.

La falta de una red eléctrica robusta pone en riesgo incluso los proyectos de inversión en el área, como los nuevos hoteles en construcción en el malecón, que podrían agravar la situación si no se toman medidas preventivas.
Tráfico y basura: otros males de cada año
El tráfico vehicular es otro de los grandes retos. El número de autos que llegan a Progreso durante Semana Santa excede en un 30% a 40% la capacidad real de espacios de estacionamiento, según estimaciones municipales. Las calles del centro y las zonas cercanas al malecón colapsan, haciendo que el desplazamiento se vuelva lento y complicado para todos.
Y mientras el tránsito se vuelve un problema, la basura se acumula a un ritmo alarmante. Con una estimación de 1.2 kilos de basura por persona al día, los cerca de 15,000 visitantes diarios generan unas 18 toneladas de residuos en un solo día.
La infraestructura de recolección no puede seguir el ritmo, y los residuos terminan acumulándose en calles, playas y zonas públicas, afectando no sólo la imagen del puerto sino también la salud pública.
Este cúmulo de situaciones genera una imagen negativa para el turismo, contradiciendo el esfuerzo de posicionar a Progreso como uno de los destinos de playa más atractivos del sureste mexicano.
Una oportunidad que exige soluciones
La Semana Santa representa una gran oportunidad económica para Yucatán y, particularmente, para Progreso. Sin embargo, esa oportunidad está acompañada de un alto costo social y urbano. Los beneficios económicos son innegables, pero mientras la infraestructura no se modernice y los servicios públicos no se fortalezcan, el puerto seguirá mostrando las grietas que lo aquejan año tras año.
No se trata de un problema nuevo ni exclusivo de una administración. La saturación de Progreso en temporada alta ha sido una constante durante décadas, sin que se hayan implementado soluciones estructurales de fondo.
Invertir en servicios básicos, transporte público, ordenamiento vial, gestión de residuos y planeación urbana ya no es una opción, sino una necesidad urgente para asegurar que el turismo, en lugar de colapsar al municipio, sea realmente una fuerza que lo impulse de forma sostenible.
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