El pasado fin de semana se recolectaron 2 toneladas de basura en Chichén Itzá.

Mientras autoridades, asociaciones civiles y empresas hacen esfuerzos por preservar estos espacios, la falta de conciencia de muchos turistas multiplica el problema.
La majestuosidad de la zona arqueológica de Chichén Itzá, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y uno de los destinos turísticos más visitados de México, se ve empañada por una alarmante realidad: la creciente acumulación de basura producto de la falta de conciencia ambiental de sus visitantes.
Este fin de semana, durante una jornada especial de limpieza, fueron retiradas cerca de dos toneladas de residuos sólidos tanto del interior como de los alrededores del sitio.
Entre los desechos recolectados predominaban plásticos, botellas, latas, hojas y ramas secas, contaminantes que no solo afectan la imagen del lugar, sino también su integridad ecológica y arqueológica.

La jornada fue organizada por personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Patronato de las Unidades de Servicios Culturales y Turísticos de Yucatán (Cultur), con el apoyo de unos 80 voluntarios, entre los que se encontraban artesanos, comerciantes y guías turísticos locales.
Las labores de limpieza se extendieron a distintas áreas de alto valor histórico como el Parador Turístico, Caseta Mayaland, Plataforma de Venus, el Cenote Sagrado, el Castillo, el Osario, el Observatorio, el Cuadrángulo de las Monjas, el Gran Juego de Pelota y el Mercado.
También se atendieron puntos clave en la periferia como el estacionamiento del patronato Cultur y el entronque con la Carretera Federal 180.
Esta es la segunda jornada de limpieza en lo que va del año, un esfuerzo que busca mitigar el impacto de la gran afluencia turística que recibe este sitio emblemático, especialmente en temporadas altas como Semana Santa.

La acumulación de residuos en zonas sagradas y de enorme relevancia histórica refleja una preocupante desconexión entre los visitantes y el valor del patrimonio que están explorando.
Chichén Itzá no es el único espacio afectado. De forma paralela, el Gobierno de Yucatán realizó el evento de cierre de las Estrategias de Recuperación Integral de Cenotes y Grutas del Estado de Yucatán (ERICGEY), una campaña que desde 2019 ha logrado recuperar 135 cuerpos de agua en 39 municipios, retirando 25 toneladas de basura de cuevas y cenotes, sitios igualmente vitales para el equilibrio ecológico de la región.
Uno de los casos más recientes fue la limpieza de la cueva Chacxix, en el municipio de Maxcanú, donde se retiraron 35 kilos de basura —en su mayoría envases de bebidas—, nuevamente consecuencia de visitantes irresponsables.
La cueva, además de ser un sitio natural de gran belleza, es un abrigo rocoso con fauna y flora únicas. “Muchos muchachos vienen a pasar el día acá, y dejan su basura. Es fundamental hacer estos trabajos para conservarla”, expresó Carlos Evia Cervantes, del Grupo Espeleológico Ajau, responsable de los trabajos de saneamiento.

La jornada incluyó actividades educativas con niños de la comunidad, organizadas por la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Yucatán, para sembrar desde temprana edad una cultura de respeto y cuidado por el entorno.
Se realizaron juegos para identificar la fauna local y explicar el ciclo del agua en el terreno kárstico del estado.
Se les informó también que Yucatán cuenta con más de 3 mil 300 cenotes y cuevas, todos ellos frágiles y de enorme valor para la biodiversidad y la seguridad hídrica.

Estas acciones revelan que el turismo no sustentable está poniendo en riesgo no solo los sitios arqueológicos y naturales, sino también el equilibrio ambiental de toda la región. Mientras las autoridades, asociaciones civiles y empresas hacen esfuerzos por preservar estos espacios, la falta de conciencia de muchos turistas multiplica el problema.
Las campañas de limpieza y saneamiento seguirán, pero es indispensable un cambio profundo en el comportamiento de los visitantes. Recoger la basura propia, evitar dejar residuos y respetar las normativas de conservación son actos básicos que pueden marcar una gran diferencia.
La educación ambiental debe acompañar cada visita, cada recorrido, cada fotografía. Visitar sitios como Chichén Itzá o los cenotes de Yucatán no debe ser una experiencia de consumo, sino una oportunidad para conectar con la historia, la naturaleza y la responsabilidad compartida de preservarlos para futuras generaciones.
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