El alma de Yucatán revive: Mérida presenta su altar monumental maya en la Plaza Grande

Colaboración Especial de Sara Salmerón Garfias.

Entre velas, flores y memorias: el altar monumental del Hanal Pixán ilumina el corazón de Mérida

Tradición viva: Mérida invita a honrar a los difuntos en el altar monumental de la Plaza Grande

El altar monumental del Hanal Pixán en la Plaza Grande: un puente entre el mundo de los vivos y el de los ancestros

La Plaza Grande se transforma, una vez más, en el corazón espiritual de la ciudad. El Ayuntamiento de Mérida inauguró el altar monumental del Hanal Pixán, una majestuosa ofrenda inspirada en las tradiciones mayas y el sincretismo religioso que caracteriza a esta tierra. Bajo el liderazgo de la alcaldesa Cecilia Patrón Laviada, esta exposición cultural invita a todos los ciudadanos y visitantes a rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos, participando con ofrendas y memorias personales, en una experiencia colectiva de identidad y devoción.

Durante la inauguración, la maestra Carla Berrón Cámara, directora de Identidad y Cultura del Ayuntamiento, expresó con emoción:

“Hoy es una noche muy especial para todos los que habitamos esta ciudad. Este altar monumental está profundamente ligado a la tradición maya, con elementos que reflejan el sincretismo entre la cosmovisión ancestral y la fe judeocristiana. Es un altar distinto, con tres niveles que representan el inframundo, el mundo y el espacio de los dioses.”

La funcionaria agradeció a los trabajadores y artistas que participaron en la creación de esta obra efímera y espiritual, recordando que el altar estará abierto al público del 26 de octubre al 2 de noviembre, con visitas guiadas cada hora entre las 9 de la mañana y las 9 de la noche, para que los asistentes comprendan el profundo simbolismo que encierra cada elemento.

Tres niveles, una misma esencia: el simbolismo maya del altar

A diferencia de los altares del centro de México, el altar monumental meridano se inspira directamente en la cosmogonía maya, donde el universo está dividido en tres planos: el inframundo (Metnal), el mundo terrenal y el cielo de los dioses.

En el centro destaca la cruz verde o cruz maya, identificada con el yakshé, árbol sagrado que representa la conexión entre los tres planos del universo. Las velas guían el camino de las almas hacia el hogar de sus descendientes; las flores ofrecen vida y protección; la comida y la bebida simbolizan el amor y la memoria compartida entre generaciones.

“Las velas de colores aluden a los niños que vuelven, mientras que las blancas o negras son para los adultos”, explicó Berrón Cámara. “El altar es una manera de recibirlos con respeto y cariño, no de temerles.”

El público también puede observar elementos judeocristianos, como el sudario de la Verónica, el corazón sangrante y la copa del sacrificio, símbolos de purificación y redención, así como los dados y el gallo, que evocan los pasajes bíblicos de la Pasión de Cristo. Esta conjunción de símbolos no busca contrastar, sino armonizar la espiritualidad maya con la fe cristiana, reflejando la herencia mestiza del pueblo yucateco.

El lenguaje de las ofrendas: flores, comida, agua y sal

El altar monumental expone un conjunto de elementos esenciales que toda familia maya conserva en su memoria y práctica. Las flores del monte, como el iscalol, la teresita o la virginia, alegran el altar y evocan la energía vital. El agua es indispensable porque, como recuerda la tradición, “las ánimas llegan cansadas del inframundo y lo primero que se ofrece a un visitante es agua para refrescarlo”.

La sal purifica y protege a los difuntos de los malos espíritus, mientras que el incienso —el pom o copal— eleva las oraciones a través del humo, medio mediante el cual las ánimas, concebidas como viento, pueden sentir la cercanía de los vivos.

En el caso de las ofrendas gastronómicas, la tradición local se distingue por el uso del pib, el platillo más emblemático del Hanal Pixán, aunque —como aclara la maestra Berrón— “a los niños no se les coloca pib porque no llegaron a probarlo en vida; para ellos se preparan vaporcitos o tamales colados”.

Los panes tradicionales llamados tuchitos, moldeados con figuras de animales o juguetes, son otra particularidad yucateca. Estos panes no deben confundirse con el pan de muerto del altiplano, pues los tuchitos son exclusivos de esta región y representan el ingenio popular de los panaderos que honran la memoria de los pequeños difuntos.

La convivencia con las ánimas: respeto, limpieza y armonía

Más allá del simbolismo material, el altar del Hanal Pixán implica un rito de convivencia entre vivos y muertos. Según la tradición maya, las ánimas llegan con el viento, por lo que el hogar debe estar limpio y en calma antes de su llegada.

“Las abuelas decían que no debemos barrer ni discutir cuando llegan las ánimas, porque sentirán que las estamos echando”, recuerda la funcionaria. “Incluso debíamos tener la ropa limpia, porque si ellas encontraban desorden, lloraban y la lavaban, y a uno le daba calentura.”

Estas costumbres reflejan el profundo respeto con que los mayas concebían la muerte: no como un final, sino como un regreso temporal para convivir. En esa convivencia se reafirma la continuidad de la vida y la memoria familiar, un valor que se transmite de generación en generación.

Participación ciudadana: un altar para todos

El Ayuntamiento de Mérida ha querido que este altar monumental no sea solo una exposición contemplativa, sino una experiencia participativa y comunitaria. Los ciudadanos pueden llevar flores, fotografías o pequeñas ofrendas para sus seres queridos, integrándolas en el altar durante los días de exhibición.

Esta apertura convierte al espacio público en un punto de encuentro entre identidades, memorias y afectos. “La ciudad es de todos nosotros, los meridanos, pero también de quienes nos visitan desde otros lugares”, subrayó la directora de Identidad y Cultura al declarar formalmente inaugurado el altar.

El proyecto forma parte del Festival de las Ánimas, un programa amplio de actividades artísticas y culturales que Mérida impulsa cada año para celebrar el Hanal Pixán, la fiesta de los fieles difuntos en el mundo maya.

El sincretismo como identidad viva

La presencia de símbolos tanto mayas como cristianos revela la fusión cultural que caracteriza a Yucatán. Este sincretismo no es una mezcla fortuita, sino una expresión de resistencia y adaptación. En el altar monumental se pueden leer las huellas de siglos de mestizaje espiritual: la cruz maya convive con el sudario de la Verónica; el copal se eleva junto al incienso litúrgico; las flores silvestres del monte acompañan al corazón sagrado.

El altar monumental de Mérida no solo honra a los muertos: celebra la identidad viva del pueblo yucateco, su memoria colectiva y su respeto por los ciclos de la vida.

Así, bajo la luz de las velas y el aroma del copal, el alma de Yucatán revive una vez más en la Plaza Grande. Las ánimas llegan, los vivos esperan, y Mérida entera se convierte en un altar donde el pasado y el presente se abrazan en un mismo resplandor.

¡Siguenos por Facebook, X, Tik Tok, Instagram y actualízate en Política, Cultura, Turismo y Sector Empresarial!