En lo que para muchos es el inicio de una contienda que seguramente será muy “cerrada”, Morena se encontró con que sí tiene oposición, pese a que el Presidente Andrés Manuel López Obrador piense y diga lo contrario.
En el primer round, juntos pero no revueltos, como si se tratara de los Tres Mosqueteros, los dirigentes del PAN, PRI y PRD dan la cara ante los medios mostrando sus respectivas acciones de inconstitucionalidad contra del Plan B de la Reforma Electoral.
Tras revivir la alianza Va por México, las principales fuerzas políticas del país están de acuerdo en lo esencial: hay que defender al INE, la democracia y el país.
Bajo el principio de exigirle al huésped del Palacio Nacional que respete la Constitución, queda claro para muchos que el partido en el poder es un gobierno autoritario que quiere ganar las elecciones a como dé lugar.
Pareciera un lugar común creer o suponer que Morena ganará la Presidencia en 2024, de acuerdo a la lectura que nos revelan algunas encuestas en donde todos sabemos que el que paga manda.
Mientras que Morena sigue creyendo que la oposición no existe, y que tampoco tiene figuras que puedan cohesionarla en torno a una candidatura única, cada partido trabaja en lo propio para dar el zarpazo.
Pero aún falta mucho tiempo para las elecciones. Y lo cierto es que el candidato o candidata de Morena, como quiera que se llame, llevará a cuestas la sombra del presidente.
Bien lo dice Héctor Aguilar Camín en uno de sus artículos publicados en etcétera, otra debilidad de Morena para 2024 es que su candidatura presidencial no será la candidatura de la oposición, la candidatura del cambio, sino la candidatura de la continuidad.
“En 2024 la continuidad a defender será la de un gobierno con pocos logros y muchos yerros, algunos de ellos catastróficos”, apunta.
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